miércoles, 15 de enero de 2014

Oye...

Amiga, tengo tanto que contarte, tanto que he ocultado a la gente, tanto que me he negado a mi mismo.
Amiga, me haces falta tú porque nadie me comprende como tú, con nadie soy tan libre, con nadie soy tan feliz.
Perdona mi egoísmo al nombrar mis necesidades, perdona mi impaciencia, perdóname por escribirte sabiendo que no lo debo hacer. ¿Pero qué hago?

Solo lee esto, te quiero... ¡Te amo, maldición! Se supone que uno nunca olvida lo que ama, por eso te escribí, porque quiero saber como estás. De hecho quiero que estés bien y si mi ausencia en tu vida es motivo de tranquilidad al menos eso quiero saber.

Ya no soy tan trágico, ya no hago mis tristezas públicas... aprendí a tragármelas. 
Y aquí sigo yo, el de las promesas de permanencia y confianza perpetua. Sigo siendo yo, un poco más frío, pero sigo queriendo bien. Un poco menos educado, pero hago el intento por volver.

Te extraño amiga mía y te quiero de vuelta. Como un niño haciendo rabietas,  como quien tomó un fruto del árbol y quiere que vuelva a crecer, así te añoro yo y me duele tu ausencia. Me duele saber que te hice daño cuando tú solo me hacías feliz.

¿A quién contarle mi pesar si en quien confiaba eras tú?
Perdóname. Te amo. Sé Feliz.

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