miércoles, 26 de diciembre de 2012

A mi querida esposa

Te fallé. Te fallé una vez más.
No sabía por qué me querías,
cómo me podías soportar.

Nunca entendí tu cariño.
Era tan dulce. Especial.
Nunca obtuve lo que quise.
Me divertí con lo que me supiste dar.

Yo aún soñaba contigo,
mi único futuro lo soñaba junto a ti.
Pero todo se fue al piso.
Tanto amor que destruí.

Esperar no fue el problema.
Lo llevo haciendo desde que te conocí.
Tal vez fue el dilema
que anhelé más de lo que merecí.

Sé que lees esto con fastidio.
Quizá con un poco de resignación.
Es mi manera de expresarme.
Escribir es mi difusión.

¿A dónde van los sueños
que juntos tuvimos algún día?
¿Cómo juntar dos partes?
¿Cómo borrar mis tonterías?

De nada sirve quejarse.
No hay algo útil que pueda hacer.
Siento que ya lo destruí todo.
Que ese amor mutuo nunca volverá a nacer.

Lo perdí todo ese día.
Escribo pero mis manos no dejan de temblar.
No me importó llorar al doblar tu esquina.
En el fondo no sabía lo que iba a pasar.

Te extraño amiga.
Pero lo que me está pasando no lo puedo explicar.
Me dio tanto miedo contarte.
Me llena de iras no saberlo expresar.

Es una lucha constante.
Hay dos corazones. Ninguno es igual.
No me preguntes por él. Yo no soy él.
Él ya no está.