Yo no tengo mayor conciencia, o quizás algo más que tú; pero mira, me encantas.
Eres esa ironía entre lo que me hace feliz y no puedo tener. Entre lo imperfecto y lo que tanto me atrae.
Tu cabello no es el más sedoso, pero me gusta acariciarlo. Tu manera, niña, de enamorarme siendo tan distraída. Tu manera, tan fantástica, de sorprenderme con lo que sabes; ya lo ves, te admiro.
Yo no soy el mejor prospecto de novio que puedas anhelar; pero mujer, soy tu mejor pretendiente.
Lo se, el amor no va contigo. ¡Que va! Conmigo tampoco. El amor es así, un juego para perder.
Te espero, te observo. Mi corazón late diferente cuando te acercas, mis ojos captan tus sutil sonrisa aun de lejos, mi respiración cambia al tenerte cerca; pero tan tonto yo, tú no sientes igual.
Ya lo hice todo. Te lo dije, me rendí. Y mira tú, empezaste a quererme más.
No quiero nada, lo quiero todo. Me alejo, me alejas, me buscas, ya no se que quieres ¿Me quieres?.
Me haces feliz, es verdad. Tu compañía, cuando es compañía, me quita el conocimiento y esa euforia acaba con lo demás. Quizás por eso te dije que no tengo conciencia; ¿Quién lo diría? me la quitas tú.
Si estás aquí es porque me estás siguiendo la pista. Has llegado lejos ¿En serio quieres saber más?
martes, 21 de enero de 2014
miércoles, 15 de enero de 2014
Oye...
Amiga, tengo tanto que contarte, tanto que he ocultado a la gente, tanto que me he negado a mi mismo.
Amiga, me haces falta tú porque nadie me comprende como tú, con nadie soy tan libre, con nadie soy tan feliz.
Perdona mi egoísmo al nombrar mis necesidades, perdona mi impaciencia, perdóname por escribirte sabiendo que no lo debo hacer. ¿Pero qué hago?
Solo lee esto, te quiero... ¡Te amo, maldición! Se supone que uno nunca olvida lo que ama, por eso te escribí, porque quiero saber como estás. De hecho quiero que estés bien y si mi ausencia en tu vida es motivo de tranquilidad al menos eso quiero saber.
Ya no soy tan trágico, ya no hago mis tristezas públicas... aprendí a tragármelas.
Y aquí sigo yo, el de las promesas de permanencia y confianza perpetua. Sigo siendo yo, un poco más frío, pero sigo queriendo bien. Un poco menos educado, pero hago el intento por volver.
Te extraño amiga mía y te quiero de vuelta. Como un niño haciendo rabietas, como quien tomó un fruto del árbol y quiere que vuelva a crecer, así te añoro yo y me duele tu ausencia. Me duele saber que te hice daño cuando tú solo me hacías feliz.
¿A quién contarle mi pesar si en quien confiaba eras tú?
Perdóname. Te amo. Sé Feliz.
Amiga, me haces falta tú porque nadie me comprende como tú, con nadie soy tan libre, con nadie soy tan feliz.
Perdona mi egoísmo al nombrar mis necesidades, perdona mi impaciencia, perdóname por escribirte sabiendo que no lo debo hacer. ¿Pero qué hago?
Solo lee esto, te quiero... ¡Te amo, maldición! Se supone que uno nunca olvida lo que ama, por eso te escribí, porque quiero saber como estás. De hecho quiero que estés bien y si mi ausencia en tu vida es motivo de tranquilidad al menos eso quiero saber.
Ya no soy tan trágico, ya no hago mis tristezas públicas... aprendí a tragármelas.
Y aquí sigo yo, el de las promesas de permanencia y confianza perpetua. Sigo siendo yo, un poco más frío, pero sigo queriendo bien. Un poco menos educado, pero hago el intento por volver.
Te extraño amiga mía y te quiero de vuelta. Como un niño haciendo rabietas, como quien tomó un fruto del árbol y quiere que vuelva a crecer, así te añoro yo y me duele tu ausencia. Me duele saber que te hice daño cuando tú solo me hacías feliz.
¿A quién contarle mi pesar si en quien confiaba eras tú?
Perdóname. Te amo. Sé Feliz.
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