Hay miedos que suenan infantiles; miedos que al contarlos suenan tan absurdos, sin sentido. A veces buscamos ayuda pero nuestros miedos son minimizados.
Conocemos el peligro inminente que nos amenaza y llega un punto en que no queda más que llenarnos de valor, no solo para huir sino para contraatacar.
La pregunta es ¿Al final, logramos huir del miedo o nos convertirnos en aquello que tanto nos aterrorizó?
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