Si la promesa es no volver deberíamos asegurarnos de que nuestros caminos no topen jamás pero aquí nace una paradoja. Si caminamos hacia la misma dirección, paralelamente, sin juntarnos, en algún momento giraremos y veremos al otro.
Si caminamos en direcciones opuestas lanzando todo el llanto y el resentimiento hacia nuestras espaldas sentiremos cómo nos alejamos, pero amiga, el mundo es redondo.
No hay manera de alejarnos más que el olvido, no hay olvido mayor que la resignación, no hay resignación más dolorosa que aceptar que nunca nos olvidaremos.
Soy hombre. Torpe, distraído, lento. Si dejas una señal, no sabré donde buscar.
El ceibo se ve cada vez más lejos, quizás sea inalcanzable pero se que está allí y lo amo.
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